Este libro no se escribio para ser publicado. Son recuerdos y sueños de un tiempo de forzado reposo. En la cárcel conocí a Don Melchor Gaspar de Jovellanos, su vida, su pensamiento, sus infortunios. me impresionaban, sobre todo, su sóllida formación cristiana, su amor a la Patria y su resignación. Aparecieron en Santa Cruz unas cartas dirigidas a Doña Petra Guerra. la presencia de Jovellanos cobró realidad en mi cabeza. Me paré con él, le escuché con atención. Puedo decir que viví con él. Era una visita del pazo de Santa Cruz de mi infancia.
